miércoles, 28 de septiembre de 2016

"Aquí no venimos a aprender, venimos a aprobar"

La semana pasada iniciamos el curso de preparación para la prueba de acceso a grado medio, formación en la cual imparto la asignatura de competencia social y ciudadana. En la primera sesión, además de presentar el temario y los contenidos del módulo, siempre intento programar alguna dinámica que me permita conocer al alumnado desde un punto de vista más personal, así como su visión sobre las ciencias sociales, en particular, y sobre el aprendizaje, en general.

Con este objetivo, desde el año pasado e inspirado en la propuesta del compañero Sergi del Moral, (quien dice inspirado dice copiando vilmente su actividad), organizamos una especie de diálogo socrático sobre una serie de frases proyectadas en la pizarra. Algunas se refieren estrictamente a la materia de ciencias sociales mientras que otras, como digo, están relacionadas con aspectos más generales del ámbito académico o de la vida, incluso. Ellos tienen que escoger una, la que más les llame la atención, con la que estén de acuerdo o en desacuerdo, y comentarla con resto del grupo. De esta manera se forma un diálogo abierto en el que si uno escucha atentamente puede recopilar información muy interesante y valiosa sobre su alumnado.

Bueno, pues en estas estábamos cuando un alumno pronunció la frase de marras: "Profe, aquí no venimos a aprender, venimos a aprobar", con la cual estuvieron de acuerdo no pocos de sus compañeros. En un primer momento yo no abrí la boca, claro. La idea es que sean ellos quienes desarrollen el diálogo. No obstante, el chico, supongo que al verme palidecer, se vio en la necesidad de explicarse. Tampoco es que a estas alturas me pille de nuevo este punto de vista, todo hay que decirlo. Uno ya sabe por donde van los tiros en estos cursos (véase El preparador). El caso es que su enfoque, en cierto modo, tiene mucho sentido. En mayo deberán pasar una prueba de acceso y ese es su verdadero objetivo, obtener una buena nota final para poder acceder al ciclo formativo seleccionado. Claro, el chico desligaba una cosa de la otra, así a lo bruto, cosa que me temo que hacemos a menudo también desde nuestro bando docentes de distintas etapas educativas. Y no solo nosotros. También, sobre todo, las administraciones educativas de turno con un enfoque centrado en la acreditación de conocimientos basado en reválidas constantes.

Porque ¿cuántos alumnos han aprobado nuestras asignaturas sin haber aprendido demasiado?, ¿cuántos alumnos acreditan títulos y superan reválidas con importantes lagunas de conocimientos e incluso competenciales?, ¿no acabamos convirtiendo todo el tinglado educativo en una maquinaria de aprobar y suspender personas (¡!) en lugar de en un espacio de aprendizaje real y significativo? Porque que un alumno plantee esta pregunta con tanta naturalidad debería resultarnos inquietante, pero que docentes de distintas etapas y ámbitos sigamos esta misma lógica sí que me parece un problema de difícil solución.

¿Cómo romper esta tendencia? Se dice pronto, claro. No obstante, me parece que el primer paso está en nosotros, en hacernos las preguntas adecuadas y en iniciar todo un proceso de reflexión para generar nuevos espacios de aprendizaje. Luego (o antes, seguramente) está el cambio legislativo, cierto. Pero eso, me temo, pertenece a otra dimensión... 

En fin, que si tienes propuestas concretas te agradecería que me echaras un cable y las dejaras en comentarios, anda. Yo, por mi parte, me pongo a ello. ¡Que faena tenemos!

PD: Puedes ver la dinámica de presentación descrita en el post aquí.


sábado, 24 de septiembre de 2016

Lo siento, pero no eres un docente innovador

Resulta que tenemos un panorama educativo cada vez más público y mediatizado y tú te quedas al margen del tinglado. En un contexto donde el debate educativo se ha vuelto más popular que nunca, donde no hay periódico, radio, televisión o cuenta de twitter que se precie que no hable de las bondades (o maldades) de tal o cual propuesta didáctica, de las ventajas (o desventajas) de tal o cual método educativo, resulta que tú te has quedado fuera de las corrientes más innovadoras. Pues que sepas que estás fuera porque no cumples uno, varios o todos de los supuestos siguientes.

No das clase en inglés. No hay nada más innovador que dar clase en la lengua de Joyce. En un futuro ya se pondrá de moda dar clase en chino, o en ruso, pero ahora lo innovador es hacerlo en inglés. Si a estas alturas de la película, con tu B2 o C1 bajo el brazo, no estás explicando la revolución francesa o las ecuaciones de segundo grado en inglés estás tan lejos de la innovación como un concursante de Gran Hermano de disfrutar de la intensidad literaria de Mishima. Simplemente inimaginable.

Pones deberes. Aunque sea una pequeña lectura, un breve cuestionario o un repaso de la lección trabajada en el aula. No hay nada menos innovador que poner deberes. Eso está pasado de moda, es de otra época. Ahora lo que se lleva es la cenología, menos deberes y más cenas. Además, ándate con ojo. Se rumorea que se están organizando comandos de padres y madres destinados a perseguir a los docentes que persistan en tales prácticas. Que conste que yo te he avisado.

No usas las redes sociales. Si no publicas fotos de tu alumnado trabajando con fervor religioso, si no compartes tus flamantes proyectos implementados en el aula, si no iluminas a tus seguidores con brillantes reflexiones sobre las claves de la educación, no eres un docente innovador. Aplícate el cuento aquel de la mujer del César: el docente innovador no solo tiene que serlo, sobre todo tiene que parecerlo. Pues eso, a darle a twitter y facebook como un poseso.

No te decantas por un planteamiento metodológico innovador. ¿Y tú de qué eres?, ¿de ABP o de Flipped?, ¿m-learning o e-learning?, ¿comunidades de aprendizaje o (pon la propuesta de turno que prefieras)? Si no te defines por una metodología en concreto quedarás al margen del panorama de la innovación docente. No vale eso de “es que yo me adapto a mi alumnado...” Nada, no hay excusas que valgan, ¡un buen método innovador se adapta a todo tipo de alumnado!

No usas las TIC, ni enseñas robótica. Repito: no usas las TIC, ni enseñas robótica. No hace falta decir nada más.

Todavía haces exámenes. Junto con el tema de los deberes, no hay nada menos innovador que los exámenes, con sus preguntas tipo test y sus habituales “justifica tu respuesta”. No hay nada más rancio y alejado de la innovación educativa que esas filas de alumnos en silencio relacionando conceptos con flechas sobre un papel o rellenando espacios con palabras extraídas de un listado. Los docentes innovadores, en cambio, elaboran geniales y versátiles rúbricas y fomentan la coevaluación y la evaluación entre pares. Además, sus alumnos organizan espectaculares presentaciones donde muestran el fruto de su trabajo colaborativo (nunca con powerpoint, por supuesto, que eso es de rancios).

No has incorporado el coaching a tu vida. Ya sea en modo alumno (profe asiste a curso de coaching), en modo autoformativo (profe lee un libro y se convierte en coach), o en modo protagonista (profe ejerce de coach con su alumnado), todavía no has descubierto los beneficios y el crecimiento personal que se desprenden del coaching en su aplicación al trabajo en las aulas. Recuerda, el poder está en ti.

Así que, visto lo visto, siento decírtelo pero no eres un docente innovador. No pasa nada, no te preocupes. En la red vas a encontrar mil y una propuestas para formarte en los más diversos temas. Desde libros de gurús educativos on the road hasta moocs varios, pasando por másters y postgrados de la más variada índole (innnovadora, por supuesto) y precio. Pues nada, espabila y apúntate al primero que encuentres. Ya sabes lo que dicen, ¡nunca es tarde si la innovación es buena! 




lunes, 19 de septiembre de 2016

Carta abierta a los docentes de educación de adultos

Estimado compañero/a:

Se inicia mañana un nuevo curso y seguro que estarás algo nervioso/a por conocer a tus nuevos alumnos. Es posible incluso que hayas preparado las primeras clases o que tengas a punto los libros de texto y las actividades que vas a desarrollar. O tal vez no hayas hecho nada de esto. Sea como sea, aprovecha este curso para superarte como docente. ¡Venga, lánzate a probar cosas diferentes! Prueba a innovar tus clases. Y no me refiero a usar tal o cual aplicación informática, ni a emplear la última metodología difundida por el gurú de turno. No, no va de eso la cosa. Se trata de buscar nuevas respuestas a las (nuevas o viejas) preguntas que nos está lanzando nuestro alumnado en esta nueva sociedad del conocimiento.

Y es que de un tiempo a esta parte, la innovación educativa se ha convertido en el tema de moda en todas las etapas del sistema educativo. Para muchos, es la última pieza del rompecabezas, el eslabón perdido de la educación, aquello que completa y entierra modelos viejunos, los que remiten a necesidades formativas y sociales ya obsoletas. ¡Si hasta tiene su propio reality!

Exageraciones aparte, cierto es que la innovación educativa da para hablar muy mucho. Hay encendidos debates en las redes sociales, en los claustros se producen tensiones entre partidarios y detractores. Pero no estoy aquí para echar más leña al fuego, sino para reivindicar la innovación en el contexto de la educación de adultos. Porque es en este ámbito dónde la palabra innovación cobra mayor significado Y sí, os voy a explicar por qué... ahora mismo.

¿Qué pasa? ¿Que en los centros de personas adultas vivimos al margen de la educación? Según en qué aspectos, debería contestar que sí. Pero en innovación educativa, la formación de adultos ha demostrado valentía y creatividad (al menos) en la misma cuantía que cualquier otra etapa educativa. Así pues, los centros de adultos han demostrado mediante innumerables buenas prácticas que pueden convertirse en espacios de aprendizaje creativos y sugerentes. Centros educativos al servicio de su alumnado donde el conocimiento, la orientación y el acompañamiento van de la mano de propuestas de aprendizaje ricas y originales. Por todo esto, te animo a que este curso contribuyas en la medida de lo posible a que tu escuela sea uno de esos espacios.

Además, los centros de adultos cuentan con un aspecto diferencial respecto a otras etapas educativas: un alumnado con amplia experiencia y, en muchas ocasiones, con conocimientos vastísimos sobre múltiples ámbitos de la vida. En este sentido, uno de los grandes retos de nuestro programa de innovación particular puede centrarse en cómo aprovechar esas increibles y diversas mochilas de experiencia para integrarlas en nuestras clases y proyectos.

Así, debemos convertir esta experiencia y disparidad en reconocimiento, apostando por una innovación educativa con el alumno. Si aceptamos la idiosincrasia de todos y cada uno de nuestros alumnos, si trabajamos con metodologías coherentes que tengan en cuenta su realidad, crearemos un espacio cercano y respetuoso con la singularidad. Otro reto, pues, de los profesores como tú es convivir con las diferencias y tratar de harmonizarlas con proyectos muy vinculados con el entorno de la escuela y de sus estudiantes. Sin duda, con un poco de creatividad los resultados van a ser espectaculares y ayudarán a que la educación de adultos reivindique dos valores imprescindibles para llevar a cabo la innovación educativa: la humanidad y la sencillez.

Por último, haz todo lo que esté en tu mano para impregnar de educación tu lugar de trabajo. Crea espacios dónde se hable de educación, los claustros pueden pasar de ser el muro de las lamentaciones a convertirse en ágoras de aprendizaje y de creación de proyectos. Te sorprendrerás de lo que puede hacer en tu entorno el aprendizaje entre iguales.

En definitiva, iniciamos un nuevo curso lleno de retos y oportunidades donde seguro que vamos a encontrarnos también con muchos problemas y dificultades, cierto. No obstante, recuerda que no estás solo. Toma las riendas y sé consciente de que tu aportación en tu lugar de trabajo será determinante para todos. Implícate y actúa con cabeza y con corazón. No dudes en buscar “socios” entre tu claustro y, ¿por qué no?, a través de las redes sociales. Y si lo de innovar suena a algo costoso, recuerda que el motor de la innovación educativa es el alumnado. Tu alumnado. Si lo tienes siempre en cuenta, el resto vendrá solo. Desde aquí te animamos a compartirlos con nosotros y a perserverar para hacer de la educación de adultos un espacio de aprendizaje significativo y de calidad.

¡Feliz curso 2016-17!
PD: Carta cooperativa fruto de las reflexiones conjuntas con los compañeros Josep Miquel Arroyo y Diego Redondo. La vas a encontrar también en Didaktic. Sin duda, te recomiendo que te des una vuelta por allí.


viernes, 16 de septiembre de 2016

Ahora que empezamos...

Ahora que empezamos (los centros de adultos, al menos en Cataluña, inician las clases una semana más tarde que el resto de etapas) un servidor se propone los siguientes objetivos o líneas de trabajo para este curso:
  • "Hacer cosas" en el aula y fuera de ella. Es decir, llevar el currículo al mundo real.
  • Trabajar de manera colaborativa con mi alumnado y, sobre todo, con mis compañeras. Con "las que se dejan" es facilísimo, claro. Con las otras, seguir intentandolo.
  • Aprovechar espacios de aprendizaje fuera del aula (analógica y virtualmente)
  • Recordar que no solo enseño sino que también aprendo.
  • Seguir trabajando el concepto de evaluación para centrarnos en los procesos y no tanto los resultados (idea acorde a mi concepción del tinglado educativo, por supuesto).
  • Priorizar el aprendizaje por encima de la metodología. Es decir, ajustar la una a lo otro, no a la inversa.
  • Perseverar en la visibilización de la educación de personas adultas y potenciar todavía más el trabajo en red con otros centros educativos.
  • Atender debidamente las distintas capacidades y habilidades presentes en el aula.
  • Potenciar la reflexión por encima de la memorización.
  • Meternos a menudo en problemas para tratar de buscar soluciones.
  • Investigar y seguir practicando con el juego en el aula.
  • Ser accesible y tratar de ponerme en el lugar de todo el mundo. Poco a poco vamos mejorando...
  • Reforzar la presencia de elementos de reflexión crítica y social en los proyectos implementados.
  • Y, por último (y sobre todo), tratar de conocer lo máximo posible a mi alumnado para intentar ayudarles en aquello que necesiten
Pues eso, que ya empezamos. ¿Compartes por aquí tus objetivos para el nuevo curso? ¡Que vaya bien!


 

lunes, 5 de septiembre de 2016

El shock educativo

Leo "La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre" de Naomi Klein y alucino. Y no porque lo explicado allí le pille a uno de nuevo. Quien más quien menos conoce los excesos del sistema, especialmente en las últimas décadas. No se trata de caernos del guindo y descubrir a estas alturas el empleo sistemático de la violencia económica, política y militar por parte de un capitalismo (cada vez más) salvaje a lo largo y ancho del planeta. No, no es eso lo que llama mi atención. Sí, en cambio, las enormes tragaderas que continuamos teniendo, especialmente las sociedades occidentales, para someternos a la voluntad del sistema (léase los mercados) y dejar en sus manos la toma de decisiones de auténtica importancia. Y esto también en lo educativo. Me explico.

La tesis de Klein es sencilla: la historia reciente está plagada de ejemplos que demuestran que el capitalismo ha aprovechado -y aprovecha- cualquier crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, político y militar. Desde las dictaduras del cono sur en los setenta hasta el actual Irak, pasando por Rusia, Europa del Este o el sudeste asiático, contextos de crisis diversos han sido aprovechados por el neoliberalismo para imponer una visión única del modelo económico. Visión, por otra parte, sencilla de resumir: reducción a la mínima expresión del gasto social y libertad absoluta para los mercados. A río revuelto, ganancia de pescadores, vamos.

Creo que esta historia nos suena. Llevamos dos legislaturas con la misma cantinela. Gobiernos de uno y otro signo, socialistas y populares -pero también nacionalistas, aquí no se salva nadie-, han usado el comodín de la crisis para justificar recortes injustificables en todos los ámbitos, especialmente en educación. Reflexionaba Vicenç Navarro el otro día en "El ataque a la educación pública española", artículo publicado en Nueva Tribuna, sobre los recortes en la educación pública aplicados en los últimos años. Planteaba (y comparto su opinión) que si estos recortes los hubiera impuesto un ejército invasor quizá hubieran topado con mayor resistencia que la que se han encontrado unos gobernantes los cuales los han aplicado como "la única alternativa posible". Y es que nos hemos cansado de oir el maldito latiguillo en los últimos años.

Se pregunta Navarro cómo es posible que a pesar de la intensidad de los recortes y de su carácter impositivo (en ningún caso venían recogidos en los respectivos programas electorales) la resistencia social no haya tenido la fuerza suficiente para frenarlos. Y quizá la respuesta se encuentre en la polarización existente en nuestro sistema educativo, un sistema que no destaca precisamente por ser un modelo ejemplar de cohesión social. Entiendo que esta última afirmación da para plantear un debate en profundidad, cierto. No obstante, si os parece fuerte podemos rebajarla diciendo que, como mínimo, existe una clara diferenciación entre las escuelas de "élite" donde ahora mismo están formándose los futuros dirigentes de este país -sean del territorio y del signo político que sean- y el resto de los mortales. Y es que parece evidente que estos recortes no han afectado en la misma medida al sector público -ya mermado por tasas de inversión muy por debajo de la media europea- que a un sector privado que continúa beneficiado por subsidios públicos.

En definitiva, llegó la crisis a nuestro país y con ella la toma de decisiones "ineludibles", entre ellas la de reducir el gasto educativo. No sé qué pensaría Naomi Klein al respecto, pero a mí me parece que vivimos un shock educativo en toda regla. Quizá (parte de) nuestro trabajo sea proponer alternativas a todos esos oscuros portavoces del mercado y luchar y resistir con la tribu para fortalecer lo público. Uno tiene la sensación de que nos va mucho en juego.